Se asume que al leer cualquier libro o documento lo que se lee es exactamente lo que su autor escribió. Lo mismo ocurre cuando se lee la Biblia: el lector cree firmemente que lo que lee es precisamente lo que el hagiógrafo escribió. Sin embargo, por las distintas razones antes explicadas, el Texto Bíblico actual posee variantes, algunas de las cuales son contradictorias o heréticas, por lo que habrá de recuperarse la versión correcta. Es aquí precisamente cuando surge
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